miércoles, 5 de octubre de 2011

Graciela Pane vive en nuestra lucha


Graciela Pane, estudiante de Ingeniería Química de la UTN FRA, militante del Centro de Estudiantes y de la Federación Juvenil Comunista. Asesinada hace 36 años por la Triple A porque su amor al prójimo y su vocación de lucha eran peligrosos para las clases dominantes que preparaban el golpe de Estado. Estaba embarazada de tres meses.
Su crimen aún permanece impune, pero el espíritu de Graciela y todos los compañeros desaparecidos y asesinados inundan los nuestros, y su ejemplo nos inspira en nuestra militancia.



Carta abierta de Ermelinda de Pane, madre de Graciela, escrita en el mismo mes de su asesinato. Ermelinda falleció este año, y, aunque aún hay esperanzas de que el homicidio de Graciela se esclarezca, su madre no pudo ver castigados a los culpables.

Me dirijo a los jóvenes de todo el país, a sus padres. Quiero que sepan por qué mataron a mi hija Graciela. Si bien ella sabía que podían hacerlo tuvo la voluntad de hacerlo estudiando, rindiendo exámenes, apurando su carrera universitaria.
Al mismo tiempo que la amenazaban, comenzó a estudiar computación y estaba a punto de concretarlo. No se acobardó nunca ante sus verdugos; ella pensaba en ustedes y confiaba en que en ustedes residía toda su fuerza, y yo pienso que no se equivocó.
Quería ser científica, quería saber para ayudar a la gente, quería combatir los males, las enfermedades, quería entrar a trabajar en un laboratorio, investigar, sufría por la gente.
Graciela luchaba en la Universidad y en todas partes por los trabajadores, por sus compañeros, por todos. Últimamente dormía dos horas diarias, el resto del día estudiaba, leía, conversaba conmigo y con la gente. Sabía que sus ideales triunfarían. El fascismo también lo sabía y no dudó un instante en destrozar su cerebro.
Pero a mí, su madre y confesora, me queda la certeza de que sus ideas no están muertas; su cerebro está desparramado en miles de jóvenes que luchan como ella y junto a ella para que las bestias no puedan matar a ningún ser humano más.
No pueden ni tres ni mil balas matar la juventud.
Ermelinda de Pane, 7/10/1975

1 comentario:

Anónimo dijo...

Graciela Pane de García.
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Amanecía y el sol pegaba duro en la resaca de pasar la noche en vela; en la terraza del Comité Provincial del PC, Norma, su cuñada, con los ojos enrojecidos de tanto llorar me dijo -- Mirá ese sol Daniel, ella no lo volverá a ver --.
.
Graciela estudiaba en la UTN de Avellaneda, transcurría su tercer mes de embarazo, militaba en la Federación Juvenil Comunista. Era el año 75, una patota peronista de la “triple A” la secuestró; toda la noche la buscamos hasta recibir la infame noticia de que había sido hallada en Ezeiza, asesinada.
Esta torpe canción escrita en mis 17 años, es para vos, compañera.

Graciela
te llevamos
en una tarde soleada
masticando la vergüenza
la impotencia y el dolor
con los puños apretados
y nuestro pecho oprimido
bajo el sol
el mismo sol que no verías más
con la esperanza de esperar
al que vendría, y no vendrá.
.
Madre, mujer y compañera
necesitaron tres balas
para matarte a las tres
fundidas en vos, Graciela
una llama fervorosa
un presente y un después
ese después que no sería más
con la esperanza de esperar
al que vendría y no vendrá.
.
Pero yo se
que mil puños tu lugar tomarán
que mil voces con ellos se alzarán
en furioso torbellino
que barrerá en su camino
con furia de tempestad
los horrores del pasado
mercenarios y asesinos
que ya nunca volverán
que ya nunca volverán
que ya nunca volverán.
Entonces, solo entonces
podré decirte Graciela.
¡Descansa en paz!
.
Daniel M Forte