martes, 23 de marzo de 2010

24 DE MARZO DE 1976


24 de Marzo de 1976 fecha triste y oscuras si las hay en nuestro país. Han pasado 34 años de aquel día, y todavía las heridas siguen abiertas, las venas siguen abiertas, siguen sangrando.

Esta fecha dejó una herida a la Nación (y no al diario precisamente) muy difícil de sanar, por lo menos por ahora. Ya que ahora, en este momento de la historia, donde la potencias mundiales se están recomponiendo de la sacudida que le dio la última crisis mundial financiera, es cuando se necesita, se requiere, de esos obreros, estudiantes, profesionales, cuadros políticos, para poder dirigir a la Nación hacia su liberación, y a la independencia de la decisiones y beneficios de los imperios del Norte y Occidente. Toda una clase pujante fue torturada, masacrada y desaparecida, a raíz de una perversidad que no encuadra dentro de los límites humanos.
Vale hacer un recorrido previo a 1976, para entender un poco más la cuestión. A comienzos de 1975 se produjo un agravamiento de la situación económica, causada por la suspensión en el Mercado Común Europeo de las compras de carnes argentinas, que llevó a la devaluación del peso, la caída de los salarios reales y el aumento de reclamos sindicales. Esto provoca la designación de Celestino Rodrigo como Ministro de Economía. Las medidas, anunciadas el 4 de junio, incluyeron una devaluación superior al 100%, el aumento de los precios del combustible del 175%, de las tarifas eléctricas el 75%, y aumentos de otros servicios públicos. Las medidas económicas impulsadas fueron un duro golpe a los salarios reales de los trabajadores. La consecuencia de esto fue el nombramiento de hombres afines del gobierno. Fueron desplazados dirigentes como Agustín Tosco, del gremio metalúrgico, René Salamanca, de los mecánicos y Raimundo Ongaro, líder del gremio gráfico. Las medidas tomadas por el nuevo ministro, conocidas como “el Rodrigazo”, generaron muchas protestas obreras ya que el ministro se negaba a dar aumentos salariales superiores al 38%. Para imponer las medidas y frenar las protestas, un sector del gobierno se dedicó a perseguir a intelectuales, artistas y activistas sindicales considerados de izquierda. Esta persecución ilegal fue llevada a cabo por escuadrones de la muerte organizados en la Alianza Anticomunista Argentina (AAA) dirigidos desde el Ministerio de Bienestar Social a cargo de una figura siniestra del peronismo, el "brujo" José López Rega. En 1975, el costo de vida aumentó 334,8 %, anunciado el 5 de enero del siguiente año. Las cúpulas empresariales presionaron y exigieron cambios al gobierno. Durante los meses siguientes se incrementaron la inflación, el desempleo y las huelgas. Entre los trabajadores se intensificaba la organización de sus luchas y algunas comisiones internas comenzaron a proponer la toma u ocupación de los lugares de trabajo. La represión ilegal seguía presente frente a los obreros, intelectuales y estudiantes particularmente. Este curso de los acontecimientos asustó a empresarios y a la gente de la Sociedad Rural Argentina (sí, esa misma gente que hasta hace poco cortaba las rutas con sus 4x4), que viendo al gobierno debilitado, atado por los mecanismos parlamentarios y las necesidades electorales, se inclinaron a favor de un golpe militar. Los cambios de rumbo del gobierno de Isabel, las acusaciones de corrupción que se le hicieron, las devaluaciones de la moneda y el crecimiento de los precios, fueron ganando entre las clases medias, la sociedad rural y los empresarios, la necesidad de que hubiera un gobierno fuerte que pusiera las cosas en orden. El golpe se empezó a preparar el 12 de diciembre de 1975, cuando el brigadier Orlando Capellini hizo el primer pronunciamiento fallido. El intento fracasó porque todavía no se habían terminado de consolidar las jefaturas de las Fuerzas Armadas detrás del mismo objetivo. Mientras tanto, el periodismo (entre los que estaban el grupo Clarín y La Nación, sí compañeros, los mismos que hoy sólo hablan de inseguridad) siguió insistiendo en que era necesario poner orden, fin a la corrupción y facilitar el advenimiento de un gobierno menos incapaz que el de "Isabelita". El radicalismo, que por boca de su principal dirigente expresó que, si existía un golpe era por culpa del gobierno, no estuvo dispuesto a alentar a la población para que se defendiera. Al contrario: fortaleció el objetivo de los militares. El jefe del partido radical, Ricardo Balbín, fue claro cuando respondió "no tengo soluciones" al reclamársele una alternativa frente al golpe. Durante los primeros dos meses de 1976, estas características se acentuaron y prepararon el escenario del golpe militar. En el golpe fue preparado con anticipación por las fuerzas armadas, dirigidas por la CIA, el Pentágono y el FMI, claro ejemplo de esto es que a sólo cuatro días del golpe militar que destituyó a María Estela Martínez de Perón, el Fondo Monetario Internacional aprueba un crédito de 127 millones y medio de dólares que poco tiempo le había negado al gobierno constitucional argentino. Dos días antes del 24 de marzo, por ejemplo, ya se realizaban movimientos militares con la excusa de combatir la subversión ocupando lugares estratégicos.
Las medidas que tomó esta última dictadura fueron: suspender la actividad política, suspender los derechos de los trabajadores, intervenir los sindicatos, prohibir las huelgas, disolver el Congreso, disolver los partidos políticos, destituir la Corte Suprema de Justicia, intervenir la CGT, suspender la vigencia del Estatuto del Docente, clausurar locales nocturnos, ordenar el corte de pelo para los hombres, quemar miles de libros y revistas considerados peligrosos, censurar los medios de comunicación (que no eran consecuentes con el golpe). Obviamente sin nombrar la sangrienta violencia que ejecutaron con la desaparición de 30.000 seres humanos que bregaban por un modelo de País distinto, más justo.
Además del secuestro de adultos, hubo un plan sistemático de apropiación de niños. Los niños robados o que las madres parían en los centros de detención fueron inscriptos como hijos propios por muchos miembros de la represión, vendidos o abandonados en institutos. Los militares consideraban que los hijos de los desaparecidos debían perder su identidad. Por eso los hacían desaparecer y los entregaban a familias de militares. Ellos pensaban que la subversión era casi hereditaria o que se trasmitía a través del vínculo familiar. De la misma forma que a los hijos de desaparecidos se intentó quitarles su familia, a la sociedad en general se intentó quitarle esos antecedentes que, como los padres de esos chicos, eran considerados subversivos.
La dictadura de 1976 completó y profundizó el esquema de persecución y exterminio que comenzara sistemáticamente con la Triple A, liderada por López Rega.

Los desaparecidos eran:

Obreros: 30%
Estudiantes: 21%
Empleados: 17.8%
Profesionales: 10.7 %
Docentes: 5.7%
Autónomos y varios: 5.0%
Amas de casa: 3.8%
Conscriptos y personal subalterno a las Fuerzas de Seguridad: 2.5%
Periodistas: 1.6%
Actores y artistas: 1.3%
Religiosos: 0.3%

El término "subversión" se le adjudicaba a toda organización guerrillera (prácticamente extinguidas todas en marzo de 1976), así como también a los activistas o simpatizantes de cualquier movimiento de protesta o crítica social, dígase: obreros, universitarios, comerciantes, profesionales, intelectuales, sacerdotes, empresarios y más.
También vale responder, a toda aquella gente que cuando uno habla de las atrocidades del último golpe militar, acuden a esa frase tan asquerosa “algo habrán hecho”; sí que hicieron algo, o mucho más que algo, hicieron por la Patria, por la igualdad, contra el hambre, contra la injusticia, contra la violencia que el sistema –entiéndase por sistema al conjunto de acciones ejercidas por la clase dirigente para controlar y contener a la gente que no compraba perlas truchas sin chistar- aplica sobre las clases trabajadoras, como si fuera poco. Podrán decir también que las guerrillas de izquierda ejercían la violencia, pero jamás podrán decir que a sus víctimas las sometían al tormento y la tortura; su fin no era la violencia sino justicia revolucionaria frente a los traidores a la patria. Y como este golpe fue comandado también por el imperisliamo extranjero, vale mencionar que la violencia del colonizador sirve para esclavizar, inhumanizar al colonizado, en tanto la violencia del colonizado hace de él un hombre libre.
Que este 24 de Marzo no sólo recordemos a estos 30.000 desaparecidos. Por el ejemplo de ellos debemos seguir para reconstruir este País, el país por el que ellos soñaron, por el que ellos lucharon. Porque este golpe de estado también dejo un gran temor sobre los que quedaron vivos, el temor a participar, a opinar, a cuestionara, a criticar, a querer hacer por una sociedad mas justa, en definitiva a comprometerse con la realidad. Por eso la mejor manera que tenemos de homenajear a estos 30.000 compañeros, es seguir sus ideas, pensar, criticar, ayudar, participar, cuestionar lo que esta mal y tratar de hacer algo por cambiarlo.

¡¡¡QUE NUNCA MÁS SE REPITA!!!

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