miércoles, 16 de septiembre de 2009

Los medios vienen marchando


Por Juan Manuel Fonrouge. (nota para la revista 2010)

El lingüista e intelectual Noam Chomsky es sin dudas una de la personas más lúcidas de nuestra época, quizás el último gran intelectual con vida que ha trascendido las fronteras de su país, EE.UU, para tener una obra de carácter global.
Dentro de sus aportes para pensar el mundo, en su libro “El conocimiento del lenguaje”, que data de hace veinte años, desarrolla dos problemas del conocimiento humano a los que denomina el Problema de Platón y el Problema de Orwell.
Plantea el primer problema de la siguiente forma: “¿cómo es posible que con tan poca evidencia sepamos tanto?” Su gran aporte al que denominó Problema de Platón ha sido la teoría de la Gramática Generativa, que afirma, a grades rasgos, que existe una información genética del lenguaje trasmitida por los progenitores.

El Problema de Orwell
Pero lo que interesa en esta oportunidad es el otro problema, formulado de la siguiente forma: “¿cómo conocemos tan poco considerando que disponemos de una evidencia tan amplia?” Denominado en homenaje a George Orwell, el escritor ingles de la novela de anticipación “1984” (la del Gran Hermano) que, a diferencia del primero, se circunscribe a lo político, a los mecanismos que nos impiden comprender, o a nuestra “voluntad de no saber”.
Chomsky reflexiona sobre cómo es posible que la gente sepa tan poco sobre la estructura y función de su sociedad, siendo que existe tanta evidencia de su funcionamiento.
A diferencia de Orwell, quien en “1984” se centra en la forma en que un Estado totalitario induce a la pasividad y al conformismo, Chomsky se ha dedicado a estudiar mecanismos más sofisticados y sutiles, propios de las sociedades “democráticas”.

Los medios de ataque
Los medios de comunicación se han convertido en la pieza angular del problema formulado por Chomsky. El nivel de impacto que logran los medios puede destronar cualquier argumento racional en segundos e imponer cualquier verdad, por absurda que resulte, aunque existan pruebas evidentes que demuestren lo contrario.
Logran inculcar creencias que son firmemente sostenidas y muy difundidas, aunque carecen por completo de fundamento y a menudo contrarían los hechos obvios del mundo circundante.
El “rebote”, como se llama en la jerga periodística a la circulación de una noticia, es cada vez mas ágil y de llegada universal. A la televisión, la radio y los diarios y revistas, se les han sumado los medios electrónicos.
Lejos de una visión utópica de la “sociedad de la información”, de la “sociedad del conocimiento”, el desarrollo y masificación de los medios de comunicación, los nuevos soportes, la accesibilidad y rapidez con la que circula la información, no nos ha significado un progreso evidente. Por el contrario, vivimos en una sociedad donde el elemento totalitario de la novela de Orwell, que tenía como premisa “la paz es la guerra, la libertad es la esclavitud, la ignorancia es la fuerza”, ha dejado de ser el Estado totalitario, para que los medios de comunicación ocupen el lugar del “Gran Hermano”.

Miente, miente… Como una ley de la física, a mayor rapidez de circulación de una noticia, mayor es su impacto y su onda expansiva. Pero la rectificación de las falacias o el desarrollo de los hechos que irrumpen en la opinión pública nunca llegan, o si lo hacen, es con un rebote mucho menor.
El mecanismo es el siguiente: se miente malintencionadamente en las tapas y en los informativos, y cuando la mentira es insostenible se aclara en las agencias de noticias de las propias empresas, a las que nadie frecuenta. Como los edictos, no importa si nadie los lee. Se trata de un trámite.
Por poner un ejemplo. La sospecha sembrada sobre los posibles autores de la interferencia que sufrió hace unos meses radio Mitre, Canal 13 y TN –dejaron entrever un atentado perpetrado entre sectores del oficialismo argentino y venezolano- circuló con la rapidez de una liebre.
Por las dudas, las patronales de medios de comunicación instaladas como defensoras de la libertad de expresión, la SIP (Sociedad Interamericana de Prensa) y ADEPA (Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas), organismos que ya hemos desenmascarado en esta revista, se apresuraron a repudiar este “sabotaje contra la libertad de prensa”.
Cuando se supo que la interferencia provenía de México y no había sido intencional, la información circuló a ritmo de tortuga, en cables que nadie levantó.
Algunos supieron la verdad, pero el impacto de la noticia inicial es de tanta magnitud, que las marcas parecen ser indelebles. El “miente, miente que algo quedará” del nazismo, en la actualidad goza de medios de destrucción masiva.

Espejitos de colores

La principal noticia internacional de las últimas semanas para el monopolio de Ernestina de Noble fue “el ataque de Hugo Chávez a la prensa independiente”, con la consabida apoyatura del clásico comunicado de la SIP y ADEPA, rápidos como un flash informativo (por la inmediatez de sus comunicados parece que ya ni siquiera se reúnen para analizar cuándo se trata de un ataque a la libertad de prensa y cuándo no).
En cambio, la reciente masacre de indígenas en el Perú, de proporciones históricas que superan el centenar de muertos -no se conoce la cifra exacta ya que muchos cuerpos fueron desaparecidos o calcinados por las Fuerzas Armadas de ese país- apenas fue tratado por los mercaderes de la información.
Sirve de ejemplo o prueba el hecho de que al tratar de constatar el número de muertos en Google, los resultados provenían de medios “alternativos”; los grandes medios parece que poco le han dedicado a este nuevo genocidio que se está cometiendo en América Latina, en el contexto de la lucha de comunidades indígenas que habitan suelo peruano contra la firma del Tratado de Libre Comercio con EE.UU, tratado que amplía el saqueo sobre sus recursos y territorios.

La nueva derecha son los (propietarios de) medios
Todos los grandes medios tienen una misma ideología. Ponen su sistema de valores, su moral y su ética donde ellos mantienen intereses. El soberano derecho de un gobierno de hacer uso de su espacio radioeléctrico puede ser más “noticiable” y repudiable que la masacre de los indígenas amazónicos del Perú.
Y esto es importante. Porque así se construye la realidad, lo que es. Después lleva muchos años de lucha y esfuerzos intelectuales y políticos revertir la interpretación malintencionada de los medios sobre un hecho o una etapa histórica. Porque en la actualidad, los medios son el eje del engranaje ideológico dominante.
Por eso el bombardeo a Plaza de Mayo recién aparece en estos años. O en los medios se utiliza la palabra “dictadura”, cuando hasta hace unos años hablaban de “gobierno militar”. Esta es la batalla por el sentido. La batalla cultural. Las mentiras cuanto más arraigo tienen en la sociedad, más cuesta revertirlas.

La CNN y los golpes de Estado “modernos”Ya nadie quiere golpes de Estado sangrientos. En la era Obama las intervenciones serán más progresistas que antaño. Así es que la CNN optó por llamar “transición forzada” al golpe en Honduras.
Mientras tanto, los neo-neo liberales Vargas Llosa padre e hijo, o Francisco de Narváez, optaron por echarle la culpa de todo al destituido Zelaya. Torpe argumento. Siempre los destituidos tienen la culpa para la derecha. Ya sabemos, por ejemplo, que Salvador Allende y Perón hicieron méritos para que los destituyeran.
La CNN y TN todavía le deben a la sociedad la rectificación por el golpe a Chávez de 2002, festejado abiertamente por sus cronistas como si se tratase de un estallido social que provocó que Chávez “escapase” de su país, cuando el gobierno de Venezuela estaba sufriendo un golpe de Estado y su presidente era secuestrado.
El poder concentrado de los medios es peligroso para la democracia. Por eso necesitamos una nueva Ley de comunicación. No hace falta que sigamos con eufemismos, como si existiesen dudas al respecto de quién es el que sistemáticamente viola la ley, manipula la información y sostiene prácticas monopólicas.

Golpeando la puerta de los canales
Ya vimos con preocupación desde estas páginas el temerario accionar de los medios de comunicación, “el campo”, el sector financiero, y nos faltaba abordar la realidad de las Fuerzas Armadas, más allá de su accionar histórico y las violaciones a los derechos humanos.
No es fácil abordar este tema. A simple vista están lejos de volver a ocupar un rol político. La crueldad de la última dictadura, el hundimiento de la economía y la incapacidad política de la Junta Militar deslegitimaron su papel histórico. Por eso tratamos de abordar el tema sin prejuicios, para poder conocer, tratando de aportar al debate del rol de las FFAA en la actualidad. Sin dejar de tener presente que, con el de Honduras, es el tercer golpe cívico militar de la década en América Latina.
Motivos de desprecio sobran para esta institución. No hace falta pensar en la última dictadura. Detrás de una fachada nacionalista, su línea hegemónica fue siempre la de defender los intereses de las grandes potencias en la región.
Fueron el brazo armado de la oligarquía. Ayudaron a su consolidación con las campañas, las represiones y los golpes. Por eso, este número tiene la intención de pensar a las Fuerzas Armadas desde su razón original de ser, desde la liberación y no desde la dependencia.
Mientras nos acercamos al Bicentenario de la Revolución de Mayo, que dio origen a la institución, es oportuno volver a escuchar voces militares comprometidas con la democracia y la soberanía nacional y latinoamericana.

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1 comentario:

Marcelo UTN dijo...

Vi la querida arañita en la lista de seguidores del ingeniero y me pico la curiosidad.
Felicitaciones por el blog.
Nos estamos leyendo.
Saludos, Marcelo