El reclamo de
los estudiantes y docentes de los secundarios porteños que se viene dando hace
ya 4 meses ante la reforma de los planes de estudio sin consulta, el recorte de
las horas de materias técnicas por parte del Ministerio de Educación de la Ciudad
de Buenos Aires.
Están tomados
en forma de protesta al menos 40 establecimientos. No hubo diálogos desde que
se diseñaron los nuevos planes el año pasado (ni siquiera informativos). Fue un
proceso que jamás incluyó a los actores implicados y a los beneficiados (o perjudicados)
por el mismo, jamás hizo partícipe a los directivos, a los docentes, a los padres,
al alumnado.
Tal vez
pensando, en una juventud sin compromiso, una juventud lavada, sosa, no
crítica, no pensante, como la que ellos intentan fomentar, que aceptaría el
cambio sobre la carrera o los estudios que ellos mismos eligieron, sin debate, sin
avisos. Pero se encontraron con jóvenes estudiantes preocupados por su futuro,
que no quieren tener más horas libres, que quieren que se mejore el nivel de
las materias, que no quieren que les recorten las horas de estudio de su
especialidad, que quieren ser escuchados. A estos mismos adolescentes se los
intenta "demonizar", los provocan por televisión y los quieren tildar
de "vagos" por tener ideales, por luchar por una causa verídica. No
quieren que esas voces se expresen, que ese reclamo llegue a las calles y que concientice
a la gente.
Será por eso
que la derecha le teme al voto a los 16: hoy los jóvenes no pueden ser
comprados, están alertas, defienden sus derechos, no permiten ser pisoteados y
exigen que no los ignoren. Piden que los tengan en cuenta para tomar decisiones
que van a afectar y comprometer su educación. Mientras tanto, el Ministro de
Educación porteño, Esteban Bullrich, se sigue negando a dialogar y el conflicto
sigue. Hace años se viene vaciando de contenido las escuelas públicas de la Capital
Federal, menos talleres, menos horas, sin docentes suplentes.
Al PRO no le interesa
la escuela pública, ni los hospitales, ni el subte. Les interesa el negociado
privado, seguir destinando el presupuesto de la escuela pública a las privadas.
La división es clara, por un lado, el gobierno porteño, queriendo destruir y
desprestigiar a la educación pública, y por otro, una juventud comprometida, unida
y organizada que lucha por defenderla.
Desde el CEIT, difundimos su reclamo y nos sumamos a
la lucha de nuestros compañeros estudiantes por una mejor escuela técnica, por
la educación pública y gratuita y por una juventud con compromiso social.
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